Que es el CIIE?

QUE ES EL CIIE?

El CIIE (Centro de Capacitación, Información e Investigación Educativa) es un organismo descentralizado destinado al desarrollo de ofertas de formación docente continua, que articulan la administración de la Biblioteca Pedagógica Distrital, el relevamiento de documentación y la sistematización de experiencias educativas e investigación con las dependencias de la Administración Central con responsabilidades específicas al respecto (art. 96 de la Ley de Educación Provincial 13688/07).

Nuestra institución depende de la Subsecretaría de Educación y proyectos Especiales , Dirección de Capacitación Docente Continua.

Entre sus funciones se destacan:

- Desarrollar acciones y proyectos de capacitación, innovación, asesoramiento y actualización de docentes, con el Equipo Técnico Regional, interactuando con otros CIIES, con el Nivel Central de Capacitación y Coordinación de la Provincia de Buenos Aires.

- Difusión cultural, a partir de los servicios de biblioteca, documentación e información a docentes.

- Divulgar información local, y participar en actividades locales y regionales relacionadas a nuestra actividad (Ej. Feria del Libro)

miércoles, 23 de marzo de 2011

1976 - 24 de marzo - 2011

"Pasmada de terror, atribulada por la fatalidad de su destino, Visitación reconoció en esos ojos los síntomas de la enfermedad cuya amenaza los había obligado a ella y a su hermano, a desterrarse para siempre de un reino milenario en el cual eran príncipes. Era la peste del insomnio...
Nadie entendió la alarma de Visitación. ‘Si no volvemos a dormir, mejor’ decía José Arcadio Buendía, de buen humor. ‘Así nos rendirá más la vida’. Pero la india les explicó que lo más temible de la enfermedad del insomnio no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su inexorable evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido.
Quería decir que cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia, empezaban a borrarse de su memoria los recuerdos de la infancia, luego el nombre y la noción de las cosas, y por último la identidad de las personas y aún la conciencia del propio ser hasta hundirse en una especie de idiotez sin pasado.
Al cabo de varias semanas, cuando el terror de Visitación parecía aplacado, José Arcadio Buendía se encontró una noche dando vueltas en la cama sin poder dormir. No se alarmaron hasta el tercer día, cuando a la hora de acostarse se sintieron sin sueño, y cayeron en la cuenta de que llevaban más de cincuenta horas sin dormir.
Habían contraído en efecto la enfermedad del insomnio.
Mientras tanto los animalitos de caramelo fabricados en la casa seguían siendo vendidos en el pueblo. Niños y adultos chupaban encantados los deliciosos gallitos verdes del insomnio, los exquisitos peces rosados del insomnio y los tiernos caballitos amarillos del insomnio, de modo que el alba del lunes sorprendió despierto a todo el pueblo.
Cuando José Arcadio Buendía se dio cuenta de que la peste había invadido el pueblo, reunió a los jefes de familia para explicarles lo que sabía sobre la enfermedad del insomnio, y se acordaron medidas para impedir que el flagelo se propagara a otras poblaciones de la ciénaga. Fue así como se quitaron a los chivos las campanitas que los árabes cambiaban por guacamayas, y se pusieron a la entrada del pueblo a disposición de quienes desatendían los consejos y súplicas de los centinelas e insistían en visitar la población. Todos los forasteros que por aquel tiempo recorrían las calles de Macondo tenían que hacer sonar su campanita para que los enfermos supieran que estaba sano.
Tan eficaz fue la cuarentena, que llegó el día en que la situación de emergencia se tuvo por cosa natural, y se organizó la vida de tal modo que el trabajo recobró su ritmo y nadie volvió a preocuparse por la inútil costumbre de dormir.
En la entrada del camino de la ciénaga se había puesto un anuncio que decía ‘Macondo’ y otro más grande en la calle central que decía ‘Dios existe’. En todas las casa se habían escrito claves para memorizar los objetos y los sentimientos. Pero el sistema exigía tanta vigilancia y tanta fortaleza moral que muchos sucumbieron al hechizo de una realidad imaginaria, inventada por ellos mismos, que les resultaba menos práctica pero más reconfortante...
Apareció por el camino de la ciénaga un anciano estrafalario con la campanita triste de los durmientes. Fue directo a la casa de José Arcadio Buendía.
Visitación no lo conoció al abrirle la puerta, y pensó que llevaba el propósito de vender algo, ignorante de que nada podía venderse en un pueblo que se hundía sin remedio en el tremedal del olvido. Aunque su voz estaba también cuarteada por la incertidumbre y sus manos parecían dudar de la existencia de las cosas, era evidente que venía del mundo donde todavía los hombres podían dormir y recordar. José Arcadio Buendía lo encontró sentado en la sala. Lo saludó con amplias muestras de afecto, temiendo haberlo conocido en otro tiempo y ahora no recordarlo. Pero el visitante advirtió su falsedad. Se sintió olvidado, no con el olvido remediable del corazón, sino con otro olvido más cruel e irrevocable que él conocía muy bien, porque era el olvido de la muerte.”

(Extracto de ‘Cien años de soledad’ de Gabriel García Márquez)

A 35 años

30 mil detenid@s desaparecid@s PRESENTES

AHORA Y SIEMPRE

MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA SIEMPRE

Tenemos 30 mil razones para no olvidar,
30 mil razones para no perdonar,    
30 mil razones para no reconciliar,
30 mil razones para no negociar,
30 mil razones para escrachar,
30 mil razones para buscar justicia,
30 mil razones para luchar,
30 mil razones para combatir,
30 mil razones para resistir,
30 mil razones para caminar haciendo sonar bien fuerte, para que todos la escuchen, la campanita de los durmientes, el dulce sonido que identifica a los que recuerdan

                                                                 Rocio Soledad Rodriguez
                                                                    Docente de MORENO

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